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Por eso no llegan las lluvias,
ni caen aguaceros en la primavera.
No tienes vergüenza;
eres peor que una prostituta.
Hasta hace poco me decías
que me querías como a un esposo,
que yo era el novio de tu juventud.
También me pediste calmar mi enojo,
pero no hablabas en serio,
pues seguiste haciendo lo malo».

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